viernes, 26 de septiembre de 2008

Vamonós a navegar al Paraguay



Parto. Salgo. Voy. Viajo. PARAGUAY. Algo de literatura y alguito de aventura.

Blog sobre Crónicas

La primera entrega del seminario sobre cronistas latinoamericanos

Las crónicas guerreras de Fogwill


Por Ariel Idez y Nicolás G. Recoaro


A los efectos de universo del marketing en el que se desenvuelve con destreza, Rodolfo Enrique Fogwill ha devenido Fogwill a lo largo de los años y en ese nombre musical y de resonancias anglosajonas ha cifrado una de las obras con mayor personalidad en las últimas décadas de la literatura argentina. Fogwill nació en 1941 y en 1965 egresó de la carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires, donde fue profesor titular. Investigador especializado en comunicaciones y publicitario (creador de los míticos horóscopos de chicles Bazooka) es también el autor de algunos relatos y novelas imprescindibles de las últimas décadas como La larga risa de todos estos años o Vivir afuera.

Continuar

lunes, 15 de septiembre de 2008

Ensayo visual: "Nunca seré un policía"




Fotos de las fuerzas del orden andinas. ¿Hay algo raro con los uniformes en el altiplano? Ensayo visual breve sobre la policía boliviana en La Paz, Tupiza y Cochabamba. Prometo extenderme en un ensayo que estoy escribiendo sobre los últimos días de Butch Cassidy en el país. Pronto habrá novedades.

Canción para un cholita paceña


Creo que nos conocimos en la fiesta de Alasitas mientras compraba un ekeko para ganar fortuna para el año. Me voló la cabeza con su sombrero borsalino y sus siete enaguas mientras haciamos el amor con Lust for life de Iggy Pop sonando en radio Erbol. La noche la terminamos tomando unos tragos en los boliches de La Perez. Nos juramos un viaje al Pacífico, para tomar sol y nadar en las legítimas costas bolivianas. Ah, la suerte del año no pudo ser mejor, sobre todo con las mujeres.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Una crónica de Victor Hugo Viscarra y foto de La Paz


Acordionista en La Paz (Por N.G.R., 2003)

Por unos sucumbés

Una tarde de esas, vísperas de la fiesta del barrio, fui con los muchachos del callejón a ver qué pasaba en el parque Riosinho, donde se celebrarían los actos centrales del festejo. Cuando menos lo esperábamos, estabamos todos los llok´allas frente a una ponchera tomando unos sucumbés que, debido a nuestra falta de experiencia etílica, nos dejaron medio tundiquis en menos de lo que canta un gallo.

Sería media noche cuando llegué a mi casa. A la mañana siguiente me despertó el dolor de cabeza; paso a explicar la causa.

Tras lavarme la cara, fui a la cocina a tomar mi desayuno y noté cierta frialdad de mi madrastra. Como buen entenado, lo atribuí al estado calamitoso en que me había recogido. Terminando el desayuno, bajé al patio para saber de los chismes que mis amigos divulgaban sobre nuestro comportamiento de las vísperas. Allí me enteré que la causante de mi dolor de cabeza no era otra que mi madrastra, la cual, emulando a mi madre, me había golpeado con un palo d escoba y luego me había cerrado uno de los ojos de un sopapo. Sobre la marcha subí a mi casa y, sin darle tiempo a preparar una defensa formal, la increpé violentamente para golpearme cuando ni mi propio padre lo había hecho. Ella se hizo la ofendida y cuando la invité a que volviera a pegarme, de un puñetazo bien aplicado la mande a tierra, sin importarme para nada que fuera mujer.

Demás está decir que el único que perdió fui yo porque, cuando mi padre llegó de su trabajo se armó una discusión tan violenta, que tuve nomás que darle a elegir: la mujer que había traído de la cantina del Arsenal o el hijo que había recogido de la Policía. Mi madrastra se quedó y yo salí con la intención de no volver nunca más.

Mi primera noche en la calle la pasé caminando entre el callejón y las calles adyacentes, tratando de dormir acurrucado en el portal de la casa de un curita, nuestro vecino. No recuerdo qué hice al día siguiente. Como para entonces los que ocupaban el morro de tierra del callejón habían muerto, la segunda noche me animé a ir más allá de la avenida Buenos Aires y Max Paredes. Lo que iba conociendo a medida que caminaba por la zona, no había visto ni en mis más terribles pesadillas; me impresionó de tal manera, que tuve miedo de enloquecer.

Víctor Hugo Viscarra. En "Borracho estaba, pero me acuerdo" (Editorial Correveidile).

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Algunos recuerdos de un río del Amazonas




Algunas fotos que saqué hace algunos años en el amazonas boliviano. Siete días en un barco por el Río Mamoré.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Paraguay es el próximo horizonte

“Realmente, es mas sano no viajar, es mas sano no moverse, no salir nunca de casa, estar abrigado en invierno y sólo quitarse la bufanda en verano, es más sano no abrir la boca ni pestañar, es más sano no respirar. Pero lo cierto es que uno respira y viaja”.

Roberto Bolaño

Che, tengo ganas de tierra roja. Haré el intento de llegar, vía tren Gran Capitán.

Gran viaje en semilla.