lunes, 25 de febrero de 2013

Surfin' Bird


"LeRoy Grannis era el tipo perfecto para la playa porque de hecho había nacido en la playa, o casi. Nació en 1917, a una cuadra de la siempre soleada Hermosa Beach, en California. Listo e inquieto, LeRoy creció junto a su padre –un surfer ocasional y obrero permanente–, y de él heredó la pasión por los picos oceánicos. 'Nací a una cuadra del océano, por eso creo que el océano siempre ha sido una parte muy importante en mi vida. Mi viejo trabajaba todo el día en la construcción y recuerdo que cuando yo tenía cinco o seis años, en los veranos él se levantaba y se iba a nadar al mar y yo lo seguía. Por esa época también empecé a practicar bodysurfing', recuerda Grannis en una entrevista publicada en la Juice Magazine. Su familia era pobre, la gente del suburbio playero era pobre, todo el país era pobre durante la gran depresión de la década del ’30. Grannis explicaba en la entrevista que durante aquellos años 'casi todos estábamos embarcados en el mismo bote. Y mi familia no tenía nada y yo pasaba meses sin tener ni un centavo en el bolsillo. Después tuve un trabajo cortando madera con mi viejo. Ganaba 30 centavos por hora y sentía que era rico. Fue una buena manera de aprender a vivir sin nada'. Incluso sin tabla. Por eso, algo cansado de pedirles el barrenador a sus amigos, cuentan que, a los 14 años, un carpintero amigo de su papá le enseñó a trabajar las milenarias maderas de wiliwili, hau, gava y ulu. 'Hice mi primera tabla en 1931. Un carpintero me enseñó a curtir el corte, a hacer surgir la nariz de la tabla. Yo le di una forma de lo que creía era una tabla de surf, la barnicé y me fui a la playa. La cosa se puso jodida, porque la tabla era pesada como una roca de 45 kilos.'" La historia (y las fotos) de LeRoy Grannis, el padre de la fotografía surfer. 

La nota completa se lee en el Radar de Página 12, por acá

domingo, 3 de febrero de 2013

En el camino

Drop out, salirse, desertar, dejarlo todo (familia, carrera literaria y vida sedentaria) para nomadizarse por cuenta propia. Al escritor Néstor Sánchez (1935-2003) el llamado del camino le llegó luego de leer los libros del místico ruso Gurdjieff, allá por finales de los años sesenta. Atrás quedaron sus celebradas novelas (Nosotros dos, Siberia Blues, El amhor, los orsinis y la muerte) publicadas en la Argentina y Europa, su hijo Claudio, su trabajo como traductor y lector para Seix Barral y Gallimard, su madre, los elogios recibidos de Julio Cortázar y Severo Sarduy. De un día para el otro, Sánchez dejó de escribir y se metió de cabeza en una deriva consagrada a la absorción de cierta sabiduría, que duró casi 18 años. De clochard por París, homeless en Nueva York y croto en Los Ángeles. Esa es la historia a la que Osvaldo Baigorria intenta seguirle la huella en la biografía Sobre Sánchez. Pero a su vez, mediante las notas al pie, el libro muta en una autobiografía de este periodista trotamundos, autor de la novela Correrías de un infiel (2005) y del ensayo En Pampa y la vía (1998), que también vagabundeó durante largos años por varios rincones del planeta. 

Reseña del libro Sobre Sánchez, de Osvaldo Baigorria. Se lee completa en Tiempo Argentino por acá